La aceleración de la exploración espacial, impulsada por el reclutamiento de astronautas y los viajes espaciales privados, presagia un futuro en el que los viajes espaciales serán cada vez más comunes. Sin embargo, quedan numerosas preguntas sobre los cambios fisiológicos que experimentan los humanos en el espacio. Los efectos conocidos de la ingravidez incluyen atrofia muscular, disminución de la densidad ósea y fluctuaciones en la distribución de los líquidos corporales.

Sin embargo, investigaciones recientes en ratones y otros organismos han descubierto una variedad de otros cambios. En este estudio, se recolectaron muestras de sangre de seis astronautas durante y después de su misión de 120 días en la ISS para caracterizar estos cambios. El ADN y el ARN extracelulares de muestras de sangre se analizaron mediante el proceso de “biopsias líquidas”.

Estudios anteriores han demostrado que las mitocondrias se liberan de las células al torrente sanguíneo durante las misiones espaciales. Este estudio confirmó que las mitocondrias están involucradas en la respuesta al entorno espacial y pueden aislarse utilizando CD36 como marcador. Esta técnica permite evaluar el estado de las mitocondrias extracelulares y la identificación del tipo celular de donde se originan.

Este proceso ha dilucidado con éxito respuestas sistémicas previamente desconocidas al entorno espacial, incluidos cambios en el cerebro, los ojos, el corazón, el sistema vascular, los pulmones y la piel. Un análisis similar de muestras de ratones reveló que los ratones experimentan cambios similares a los observados en los humanos y que los cambios mitocondriales ocurren en respuesta a cambios en la gravedad.

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