La renaciente prohibición de la publicidad de comida chatarra es una prueba más del deseo del socialismo de microgestionar la vida de todos en Gran Bretaña.

Mientras Sir Keir Starmer se prepara para poner a dieta a toda la nación, quedan serias dudas sobre cómo funcionará el plan.

Los conservadores, que iniciaron la propuesta, terminaron pateando la hierba alta por diversas razones.

Uno de ellos era el miedo a los “estados niñera”. ¿Realmente queremos ser un país donde el señor Kipling ya no pueda anunciar pasteles a la hora del té y donde Harry Ramsden tenga prohibido promocionar cenas de pescado con patatas fritas?

Mientras Sir Keir Starmer se prepara para poner a dieta a toda la nación, quedan serias dudas sobre cómo funcionará el plan.

Mientras Sir Keir Starmer se prepara para poner a dieta a toda la nación, quedan serias dudas sobre cómo funcionará el plan.

Un hombre come una Big Mac (imagen de archivo). Es correcto abordar la crisis de la obesidad, que está alimentando la diabetes masiva y muchas otras enfermedades, pero seguramente es más probable que la educación y el fomento de una dieta equilibrada tengan éxito que una prohibición tajante.

Un hombre come una Big Mac (imagen de archivo). Es correcto abordar la crisis de la obesidad, que está alimentando la diabetes masiva y muchas otras enfermedades, pero seguramente es más probable que la educación y el fomento de una dieta equilibrada tengan éxito que una prohibición tajante.

Más allá de eso, la definición gubernamental de los peligros de la comida chatarra es tan complicada como los detalles nutricionales en los envases que nadie lee jamás.

¿Se debería permitir a McDonald’s anunciar su ensalada de pollo y tocino (320 calorías), pero no su hamburguesa con queso (294 calorías)?

¿Y también estaría prohibido un chocolate caliente semidesnatado de Starbucks, con 385 calorías?

Es correcto abordar la crisis de la obesidad, que está alimentando la diabetes masiva y muchas otras enfermedades, pero seguramente es más probable que la educación y el fomento de una dieta equilibrada tengan éxito que una prohibición tajante.

Ayer, Sir Keir también prometió luchar contra los sindicatos que pudieran oponerse a sus ambiciones de revivir el NHS.

El Primer Ministro dijo que “no habría dinero sin reformas”, lo que posiblemente significaba que se había trazado una línea bajo el reciente acuerdo salarial generoso del sector.

El informe de Lord Darjee sobre el estado del NHS, publicado ayer, hizo poca mención de los desastrosos contratos concedidos a los médicos de cabecera por el gobierno de Tony Blair en 2004 - y todavía en vigor - que les permitieron optar por no prestar atención nocturna y de fin de semana.

El informe de Lord Darjee sobre el estado del NHS, publicado ayer, hizo poca mención de los desastrosos contratos concedidos a los médicos de cabecera por el gobierno de Tony Blair en 2004 – y todavía en vigor – que les permitieron optar por no prestar atención nocturna y de fin de semana.

Naturalmente, Sir Keir prefirió culpar a los conservadores del terrible estado del servicio de salud. Ignoró cómo el presupuesto vacío e insatisfecho del NHS había aumentado del 32 por ciento al 43 por ciento del gasto en servicios públicos bajo el gobierno de los conservadores.

El informe de Lord Darjee sobre el estado del NHS, publicado ayer, hizo poca mención de los desastrosos contratos otorgados a los médicos de cabecera por el gobierno de Tony Blair en 2004 –y todavía en gran medida vigentes– que les permitieron optar por no prestar atención nocturna y de fin de semana.

Como le dirá cualquier amigo o familiar enfermo, la casi imposibilidad de conseguir una cita con el médico de cabecera hace que se ignoren los síntomas y que los departamentos de urgencias se inunden.

Hay elementos alentadores en lo que hemos escuchado del gobierno hasta ahora. Pero son sólo vagas ambiciones sin propuestas sólidas.

Es imposible predecir si Sir Keir podrá tener éxito donde muchos otros han fracasado. Pero ahora que ha comunicado su diagnóstico, debe comenzar con el duro trabajo y ofrecer la cura.

Acertijos de Reeves

Los laboristas esperaban que el supuesto “agujero negro de 22.000 millones de libras” en las finanzas nacionales resultara un escudo impenetrable para sus planes de aumento de impuestos.

Pero el Tesoro de Rachel Reeves se niega a explicar cómo calculó la cifra.

Aquí están los primeros pasos del Tesoro mientras lucha con el ábaco: entregando £9,400 millones en aumentos salariales al sector público y contando.

Los laboristas esperaban que el supuesto

Los laboristas esperaban que el supuesto “agujero negro de 22.000 millones de libras” en las finanzas nacionales resultara un escudo impenetrable para sus planes de aumento de impuestos. Pero el Tesoro de Rachel Reeves se niega a explicar cómo calculó la cifra

Por otra parte, la OBR -conocida por su sombrío panorama- ha advertido que Gran Bretaña se encamina hacia una deuda nacional “insostenible” en los próximos 50 años.

Hay dos palancas económicas clave para evitar tal situación: la primera es más impuestos y la segunda es un mayor crecimiento económico.

El trabajo debe evitar su tendencia natural a salir de un agujero.

En cambio, los ministros deben proporcionar un entorno que permita al sector privado hacer lo que el sector público no puede: asumir riesgos, innovar y obtener ganancias.

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